El pueblo "Los espejos" era un lugar muy particular; todo se hacía compitiendo: la mejor casa, el auto último modelo, la mascota más cara, etc. Cualquier cosa era motivo para rivalizar, por eso la envidia y los celos afectaban a los habitantes.
Así que todos se sintieron entusiasmados cuando el jefe comunal los invitó a participar de un original concurso: "El mejor jardín de primavera". El premio sería un viaje a un lugar caro y exclusivo, donde los ganadores serían atendidos como príncipes.
Como recién había comenzado el invierno, tendrían tres meses para trabajar: cada familia estaba segura de obtener el primer premio y ya estaban pensando como se iban a burlar de los perdedores.
Los preparativos comenzaron con el acondicionamiento de la tierra, a la que le agregaron nutrientes y le quitaron las malas hierbas. Los árboles fueron podados, los bulbos enterrados y las semillas sembradas con cuidado. Pasado el tiempo, los días se hacían más largos y cálidos, los pimpollos estaban a punto de estallar en flores, los árboles reverdecían e invitaban a disfrutar de su sombra, los pájaros y las mariposas volaban sobre las plazas y los jardines, como hacía mucho tiempo no ocurría.
Cada jardín empezaba a mostrar su particular encanto, pero la hermosura de la naturaleza contrastaba con el mal humor de los vecinos, que se miraban con recelo y casi ni se saludaban.
Los miembros del jurado eran especialistas y llegaron dos días antes para evaluar las obras. Estaban admirados por la belleza del lugar pero se sentían incómodos porque sabían que los que no ganaran se iban a enojar.
Y al fin llegó el momento tan esperado, cuando se conocería el resultado del concurso; en medio del silencio y la tensión, la presidenta del jurado tomó el micrófono y dijo:
- Estamos muy sorprendidos por el resultado de este concurso, porque sabiendo como son ustedes, no esparábamos encontrar tanta belleza. La armonía y el buen gusto sobresalen en cada casa; la variedad de flores nos ha encantado y la originalidad al podar los arbustos es para destacar, pero lamentamos decirles que no podemos dar el nombre de un ganador. Un murmullo que expresaba el disgusto de los habitantes quebró el silencio.
Los vecinos quisieron interrumpir el discurso, pero la presidenta pidió silencio y continuó:
- No podemos dar un ganador, porque todos ganaron. Sin dudas, éste es el más colorido y bello pueblo de los alrededores. Los felicitamos y el año próximo, si nos permiten, impulsaremos concursos como éste en todos los pueblos vecinos.
El orgullo hizo que se aflojara la tensión. Entre sonrojos y sonrisas los vecinos empezaron a mirarse con alegría y a abrazarse y a felicitarse unos a otros. En "Los espejos" se abandonó para siempre la competencia; todo se hace entre todos y sale bien.
Y la primavera se sintió tan feliz que ese año sus flores fueron las más lindas y perfumadas de todos los tiempos.
Y fin colorado este cuento . . . . . . .
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